Descripción del ministerio para líderes de iglesias locales

Introducción

La más valiosa posesión que una persona pueda tener es el gozo de una amistad sincera. Esta relación no se puede comprar, y los que carecen de ella son infortunados. Las relaciones que se desarrollan entre los seres humanos proceden de las más profundas necesidades basadas en la capacidad otorgada por Dios de amarse y apreciarse los unos a los otros. La iglesia que disfruta de salud espiritual se preocupará por establecer y mantener relaciones saludables entre los miembros.

Sin importar el marco cultural, las amistades se desarrollan a través de la hospitalidad, y la verdadera hospitalidad es un ministerio espiritual. En el mundo apresurado de hoy, una hospitalidad simulada sólo debilita nuestro deseo de satisfacer esta necesidad fundamental humana. Muchos piensan: “Me gustaría realmente invitar a alguien a la casa pero. . . ” Muchas son las razones artificiales que se expresan: Falta de tiempo para los preparativos; falta de habilidad necesaria; que la casa es chica o no está adecuadamente amueblada, etc. Estos pensamientos son para muchos cristianos tropiezos para el ejercicio de la hospitalidad.

Las congregaciones adventistas enfrentan ciertos desafíos reales en sus intentos de ser cordiales. Entre ellos está el miedo a exponerse demasiado a la amistad con personas seculares, de manera que a menudo no tienen amistad con los incrédulos. Las normas adventistas para las actividades recreativas pueden ser un obstáculo. Muchas esposas trabajan fuera de casa y disponen de poco tiempo para atender a las visitas. Sin embargo, para que la gran comisión se cumpla en su totalidad, la Iglesia Adventista necesita un reavivamiento del espíritu de la hospitalidad cristiana.

La Biblia presenta varios atributos a los Ministerios de Hospitalidad. Un enfoque en las necesidades de los demás se ejemplifica en la historia de Abraham y los tres huéspedes (Génesis 18); la mujer sunamita (2 Reyes 4:8-37); y en la del buen samaritano (Lucas 10:25-37). La disposición de compartir lo que uno tiene, aunque sea poco, se demuestra en el ejemplo de la viuda de Sarepta (1 Reyes 17); el joven con su almuerzo (Juan 6:9); y de los discípulos de Emaús (Lucas 24:13-32).

Un corazón cariñoso que busca relacionarse con los demás se ejemplifica con Maria (Lucas 10:38); la casa de Simón (Lucas 7:36-50). El valor de arriesgarse en las relaciones se ve en la experiencia de Abigail (1 Samuel 25); y en el caso de Rahab (Josué 2).

La Biblia no dice mucho sobre las habilidades de cocinar, la posesión de casas bonitas, o de las habilidades de conversar. La verdad es que la única referencia directa de hospitalidad es la protesta suave de Jesús a Marta de que ella estaba “afanada y turbada con muchas cosas” sobre los detalles de prepararle una comida. En cambio, le indicó la prioridad de pasar más tiempo con Él. Así que la simplicidad y el servicio caracterizan el tipo de hospitalidad que encontramos en las Escrituras.

Se confunde a menudo entre la manera fingida de hospitalidad y la verdadera hospitalidad cristiana. Una manera fingida de practicar la hospitalidad, es la egocéntrica que se basa en los conceptos materialistas de la publicidad agresiva de los vendedores de productos en los medios de comunicación. Estos conceptos insinúan que para ser un anfitrión “de buena calidad” debe tener habilidades culinarias extraordinarias; una casa nítida y chispeante, conversaciones ingeniosas y encantadoras, etc. Esta así llamada “hospitalidad” puede producir una especie de esclavitud mental, labores excesivas y preocupaciones en cuanto a las propias necesidades de uno. Como resultado, el deseo de ser espontáneamente generoso, se desvanece.

Responsabilidades del Equipo de Hospitalidad

Aunque puede variar de iglesia en iglesia, en general estas responsabilidades incluyen los siguientes componentes:

  1. Estudio y preparación. El comprender a fondo la hospitalidad cristiana y el desarrollo de las habilidades afines, requiere estudio y oración; preferiblemente hacerlo en un grupo pequeño de apoyo. El equipo de hospitalidad debe reunirse con este fin mensualmente, o por lo menos una vez por trimestre.
  2. Cuidado de visitas. Organice un sistema de hospitalidad para visitas que supla de forma apropiada sus necesidades. Esto generalmente incluye una invitación a comer con una familia de la iglesia o la provisión de una comida después del culto. También es significante presentarse a las visitas, prestarles atención, satisfacer sus necesidades y darles a entender que la congregación se preocupa por su bienestar. La costumbre de un almuerzo después del culto, con conversaciones animadas y compañerismo sincero, es de suma importancia; sin embargo, las actividades en grupo nunca reemplazarán el ministerio personal individual.
  3. Cuidado de los nuevos miembros. Siempre existe la necesidad de un sistema de hospitalidad e integración para los nuevos miembros, los interesados, y los miembros con necesidades especiales. Este puede hacerse de diferentes formas intercalándolo con otras actividades de la iglesia. El sistema puede incluir la clase bíblica del pastor, una clase para los nuevos miembros, grupos de estudio en los hogares, un banquete de amistad una o dos veces por año para los nuevos miembros, o el uso de los “guardianes espirituales”.
  4. Coordinación. Se debe promover y cooperar con los otros ministerios de la iglesia. Por ejemplo, ¿Cuál es la relación entre el Ministerio de Hospitalidad y la Comisión Social de la Iglesia o el Ministerio de Grupos Pequeños? En cooperación con los otros ministerios, establezca las pautas necesarias para un programa integral. En estas reuniones de planificación debe haber también tiempo para el estudio y meditación de pasajes bíblicos relacionados con la hospitalidad con el fin de derivar estrategias, compartir experiencias, y elaborar cronogramas y horarios.

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